Comienza la secuencia. Una cámara encuadra un escenario neoclásico. Entra a escena una belleza femenina. Cuerpo y movimientos de pasarela. Levita sobre los tacones de diseñador. Ella se acerca, la cámara se queda quieta. Ella que se siente contemplada, como si estuviera en un aparador. Corte. Sus labios, finos y frágiles, abarcan todo el encuadre. Corte. Entra a escena el cigarro. Imágenes intermitentes: humo, joyas, peinados voluminosos, rímel, detalles de un vestido largo y blanco, costuras. Entra él. Ella y él. La voz de ella contra la de él. Luz dinámica, movimientos fotográficos, encuadre poético, color, belleza… Hasta que ella, con su boca de muñequita boba, balbuce algo. Un maniquí que actúa. Un video falto de emoción y credibilidad. La modelo no es actriz, y nunca lo será.
En una historia –aunque sea de o sobre la industria de la moda– uno siempre espera algo más. Quizá no un drama universal, quizá no una metáfora elaborada sobre la marca y el significado semiótico de la colección, quizá no un ensayo audiovisual sobre la creatividad de Chanel, pero sí de menos algo de contenido, lo que sea. El contenido de los videos de moda se descosen entre tanta estética.
Gia Coppola, la nieta de Francis Ford, hizo su experimento con Kirsten Dunst y Jason Schwartzman para la marca Opening Ceremony. Un proyecto que nos regala una Kirsten sesentera a través de un filtro amarillento. De nuevo, la saturación estética. De nuevo, la edición que, a base de tijeretazos, nos deja sin historia. Nos deja con nada. Un escaparate de la marca disfrazado de cortometraje. Un experimento, si acaso. Un video bien hecho que quizá sea moda, pero que no es cine. Acá el video.
Karl Lagerfeld, un diseñador, no un cineasta, hizo su cortometraje que no es cortometraje, sino una larga fotografía de su nueva colección. Placer visual, sí, pero cine definitivamente no. Decepción total. Tanta estética para tan poco contenido. ¿O será tanto contenido en la estética? Karl Lagerfeld que es Chanel. Que es elegancia, moda, alta costura, tradición francesa, etcétera. Karl Lagerfeld que sabe de belleza visual, pero que se pierde a la hora de narrar. Aquí su cortometraje.
La moda que ahora se empeña en destruir algo que no le pertenece. Los diseñadores que quieren contar historias pero solo saben cortar telas. Videítos que al final, eso sí, «se ve bien».
Quizá la única excepción sea A Single Man, el debut cinematográfico de Tom Ford. El único diseñador que podría dejar el backstage por el cine.
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