No importa la técnica o el formato, el objetivo fotográfico siempre ha sido el mismo: la luz. Escribir con luz, de eso se trata la fotografía. Sin embargo, cuando hablamos de formatos, el tema no es la luz, sino la escritura, es decir, cómo escribir con esta o aquella técnica, pues ese cómo escribir transformará la luz misma. Las cosas cambian con la mirada. El proceso es vital.
El daguerrotipo, la Eastman Kodak, la Polaroid, los pixeles, el Instagram; los formatos, las técnicas y los procesos fotográficos no sólo han cambiado, sino que se han solapado: una foto en Instagram es también una Polaroid. Y, extrañamente, funciona también al revés: hacer hoy un daguerrotipo es practicar, de cierta forma, la lomografía.
Utilizar tecnologías cuasi obsoletas es una curiosidad mediática; lo que antes era masivo, ahora es de nicho. El vinil, el cassette, las máquinas de escribir. En términos fotográficos, usar una técnica antigua implica no sólo escribir con luz, sino escribir también con tiempo: retratar la luz de otro tiempo.
Presentamos aquí estos juegos lúminotemporales: fotógrafos que viven en tiempos digitales pero que utilizan cámaras análogas y un comparativo fotográfico entre distintos formatos.
Producción: virtual, es decir, se necesita un gadget con cámara conectado al internet, la aplicación Instagram y… listo. Claro, si en tu cuenta de Instagram no tienes ningún seguidor, la foto no existe («si en un bosque se cae un árbol y nadie está ahí para escucharlo…»).
Postproducción: Instagram te permite editar (pimpear) la imagen tomada añadiéndole filtros estilo Instamatic o Polaroid. Puedes tomar una foto espantosa, añadirle un marco blanco, poner fuera de foco casi toda la foto y añadirle el filtro Valencia; la foto espantosa se volverá fascinante (tan fascinante como casi todas las imágenes de Instagram).
Formato: 1:1, es decir, cuadrado. Los paisajes se ven como si estuvieran en una cajita, y dividir la imagen en tercios para cuidar la composición resulta un tanto más difícil.
Ventajas: casi cualquier foto se puede ver bien, o de menos atractiva. Y puedes compartirlas con más de 100 millones de usuarios. La foto como acto social.
Producción: análogo, con cámara manual, rollo de 35mm, lente de 50mm e ISO 400. Hay que calcular la exposición para cada toma, enfocar manualmente, escuchar sonidos mecánicos y cambiar el rollo cada 24 o 36 fotografías.
Postproducción: se puede relevar e imprimir en un cuarto oscuro, incluso modificar manualmente la imagen como ahora se hace en Photoshop o Lightroom. Sin embargo, esta imagen de aquí fue revelada, impresa y digitalizada en la tiendita de la esquina. No se le añadió ningún filtro ni se le hizo ningún retoque.
Fomato: 24:36, la medida estándar, pues este tamaño permite una buena relación entre el costo del negativo y la calidad de la imagen capturada.
Ventajas: la foto análoga se parece más a lo que ve el ojo; el cielo, por ejemplo, se ve infinitamente mejor en película que en pixeles. Lo mismo pasa con el piso (ver el adoquín). Detalle a detalle, a una foto análoga se le puede sacar más provecho que a una digital.
Producción: digital, con cámara de 21 megapixeles y con un ISO digital de 400. Con ciertas funciones de la cámara, no hay que calcular nada de luz o enfoque, sólo encuadrar y disparar. La cámara funciona como un asistente de producción.
Postproducción: en este caso, nula, sin ningún tipo de retoque, tal y como salió de la cámara. En otros casos, revelado y reencuadre en Lightroom y retoque de detalles en Photoshop.
Formato: 24:36, las mismas medidas que el formato de 35mm.
Ventajas: la fotografía digital ofrece más garantías; es más fácil sacar más fotos acertadas –o predecibles– y con un enfoque muchísimo más confiable. Asimismo, como no hay que estar comprando rollos cada 24 o 36 fotos, puedes fotografiar más, hacer más clics, y luego borrar las que no te hayan gustado. Esto último puede ser contraproducente: con una cámara digital es más fácil sacar más fotos erróneas.
Producción: prácticamente nula; se trata de encuadrar, disparar y ya. Tomar o no tomar la foto, a eso se reduce el acto fotográfico; en un celular existe sólo el botón de click, no hay más variables con qué jugar. De las más de 100 millones de fotos que se agregan a Facebook cada día (!), la inmensa mayoría se toman así, con un celular cualquiera, casi sin producción alguna.
Postproducción: nula, a menos de que después se pase a apps como Instagram, Snapseed, Afterlight, Photo Editor, ProCamera o afines.
Formato: 4:3. Muchas cámaras de los smartphones utilizan también el formato 16:9.
Ventajas: fácil, sencillo, rápido. Elemental. Y sustancial. La fotografía sin retórica, sin ningún tipo de retoques, sin engaños. En este tipo de fotos importa más el sustantivo que el adjetivo, la ética que la estética. Es algo así como la fotografía documental, contraria a la fotografía fantasiosa, ilusa y hasta presuntuosa del Instagram.
La Polaroid murió en el 2008, pero resucitó al tercer día según las escrituras instantáneas. The Impossible Project es una cooperativa de antiguos trabajadores de la Polaroid que compró la fábrica y comenzó a hacer series limitadas de la mítica cámara. Tienen tiendas en Viena, Nueva York y Tokio. Transformaron un producto masivo en una curiosidad de nicho. Ah, la exclusividad romántica. www.the-impossible-project.com
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