El semidesierto y su árida medianía: montañoso pero de cerros bajos, con temperaturas que sofocan pero jamás ahogan. Dentro de ese territorio se extiende el triángulo geográfico y cultural conformado por la Peña de Bernal y los cerros del Zamorano y del Frontón; el pasado folclórico de Querétaro donde aún prevalecen las comunidades otomí-chichimecas y sus tradiciones milenarias.
Entre el misticismo y los valles de cactáceas, este bimestre proponemos un recorrido por el patrimonio indígena del estado y su más auténtica celebración: el levantamiento del Chimal.
San Miguel Tolimán (a una hora de la ciudad de Querétaro) resguarda la mayor población otomí del semidesierto queretano. Aún con la eventual modernidad, la mayoría de sus habitantes siguen conservando algunas de sus costumbres y tradiciones: creencias religiosas, ceremonias y la lengua indígena que prevalece.
Cada 27 de septiembre, el pueblo de San Miguel Tolimán completa su temporada de fiestas patronales dedicadas a San Miguel Arcángel con la imponente elevación del Chimal: una ofrenda —casi torre— de 23 metros de alto, elaborada con madera, carrizos, hojas de sotol y revestida con flores, frutos, pan y tortillas.
En realidad, el levantamiento del Chimal comienza ocho meses antes con un maratónico vaivén de fiestas, danzas, misas, comidas y otras tantas celebraciones. Después de los múltiples festejos, el ciclo ceremonial culmina con la edificación de la monumental ofrenda frente al atrio del templo local. Ese día, Tolimán desborda su mestizaje entre cruces, aguardiente, cuetes, bendiciones, más de cien hombres alzando con cuerdas el Chimal y un tumulto de espectadores que contemplan ansiosamente el despegue del pintoresco estandarte dedicado a la abundancia venidera.
La palabra «chimal» viene de la voz náhuatl que significa escudo. El levantamiento como la colocación de un emblema que abriga a la comunidad de los malos augurios, símbolo de la resistencia prehispánica ante las fuerzas virreinales y protector de la cultura semidesértica en pleno siglo xxi; un imperdible homenaje al fervor mestizo.
Por su riqueza cultural y espiritual, la memoria y costumbres de los pueblos otomí-chichimecas fueron declaradas Patrimonio Cultural Inmaterial por la Unesco en 2009. De todas, el levantamiento del Chimal es una de las tradiciones más emblemáticas y sagradas de su mestizaje prehispánico-cristiano.
Como triángulo sagrado, el semidesierto queretano es mucho más que el municipio de Tolimán. Sus vértices montañosos resguardan creencias, tradiciones y paisajes llanos que merecen ser recorridos.
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Los museos comunitarios son, más que un espacio de exposición, pequeñas instituciones dedicadas a investigar y recopilar el pasado de una comunidad a través de los indicios históricos y la memoria colectiva. Algo así como definir el pasado que nadie ha puesto en libros o espantosas monografías, sino en vestigios y relatos de bisabuelos.
Hace poco en San Miguel Tolimán comenzó a reconstituirse el primero de cuatro museos comunitarios que construirán la historia de Tolimán y la cultura otomí-chichimeca a partir de sus fragmentos. Para completar el viaje: el museo abre sus puertas el mismo día que el levantamiento del Chimal.
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