Montreal, julio de 1977. Después de 29 conciertos en Europa y 25 en Estados Unidos, Pink Floyd sale sumamente abatido a su último concierto de la gira In the flesh. Un estadio olímpico, 80 mil fans y un grupo de rock que estaba ya saturado de tocar frente a una masa inaccesible (Borges una vez dijo que le parecía muy bien haber vendido sólo ocho libros, pues sí se podría imaginar a ocho lectores).
Pink Floyd toca, Roger Waters canta, todo el estadio grita, Pink Floyd se desespera (no puede imaginarse a 80 mil personas cantando; para ellos son sólo una gran masa), un fan se acerca al escenario y Roger Waters le escupe. Terminando el concierto, los adioses, los por fines y la cruda moral de haberle escupido a un fan.
De esa cruda moral, de ese sentimiento de separación entre el grupo y sus espectadores, de esa alienación sentida, sufrida, nace The Wall, el proyecto más ambicioso en la historia del rock.
El disco se grabó de enero a noviembre de 1979, tiempo suficiente para que la banda adoptara el lema «cada quien para sí y The Wall contra todos»; de los cuatro que tenía, Pink Floyd se quedó sólo con tres integrantes que no se podían ver las caras.
A pesar de las peleas, salió un álbum descomunal: una especie de opereta que, con una ingeniería de audio brillante y minuciosa, narra los traumas de un tal Pink en 26 canciones y dos discos. De 1979 a 1990 se vendieron más de 19 millones de copias.
Para empezar, no fue un concierto, fue todo un espectáculo: música, luces, diálogos, actuaciones, un equipo de sonido monumental, marionetas gigantes, la construcción paulatina de un muro, proyecciones sobre el muro, ¡un muro!
Durante los primeros 50 minutos del concierto construían un muro de 12 metros de alto, los siguientes 50 la banda tocaba detrás del muro, y en la última canción el muro era por fin derribado. Entre tanto, y después de 31 funciones, Pink Floyd perdía 600 mil dólares.
La gira de conciertos terminó en junio de 1981, pero el proyecto siguió. En 1982, el director inglés Alan Parker filmó la versión cinematográfica.
Por supuesto, The Wall no fue una película «normal»: música todo el tiempo, sin más diálogos que los de las propias canciones. El ejercicio de Alan Parker consistió en encontrar imágenes para cada una de las canciones; un video musical de gran formato.
El personaje principal de la historia de The Wall es Pink, un personaje que es como una mezcla entre Roger Waters y Syd Barret (el creador de Pink Floyd que después se volvió loco). Pink sufre de varios traumas: la muerte de su padre en la Segunda Guerra Mundial, la sobreprotección materna, la dura educación infantil, la fama y la soledad del rock-star, el miedo a la bomba atómica, el engaño amoroso. La autobiografía de Roger Waters con un toque de Syd Barret.
Pink construye un muro al ritmo de sus traumas y se aísla de ese mundo cruel. Protegido de amenazas externas, Pink se vuelve contra sí mismo, pierde la conciencia y se vuelve un tanto loco. Entonces llega la canción «El juicio», donde se decide que para el bien de Pink hay que derribar el muro. El muro cae y Pink sale de nuevo al mundo, listo para recibir nuevos traumas.
Fechas: 18, 19 y 21 de diciembre.
Lugar: Palacio de los Deportes (sí, lo sabemos, hubiera estado mejor en el muro de Nogales o Cd. Juárez).
Costos: de $429 a $3,757.
El problema: ya no hay boletos, se agotaron.
El remedio: compra el disco Is there anybody out there? (la versión en vivo), construye tu muro y aíslate de Ticket Master.
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