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La vida de Adele - Sada y el bombón
Imagen © Sofian El Fani

La audiencia de Adèle

Blue Is the Warmest Color aka La vie d’Adèle – Chapitres 1 et 2 (2013)
Abdellatif Kechiche
179 min – Drama | Romance

 
Un lunes de 1998 fui al cine con una amiga a ver One Night Stand. La sala estaba vacía, podíamos escuchar nuestra respiración. No era el tipo de películas que se exhibían en Querétaro. Al salir del cine, mi amiga me dijo, Hollywood está cambiando.

La película no llegó al miércoles: la quitaron de la cartelera antes de que cumpliera la semana mínima que normalmente duran. Me dijeron que había una Comisión de la Vela Perpetua que veía todas las películas y, a través de una conexión, supongo, podían hacer que las quitaran si las consideraban inmorales. No sé si eso era cierto, pero recuerdo muy bien cuando nos enteramos que no se podía ver más.

Hollywood tal vez cambiaba, pero Querétaro todavía no.

 

Hoy ese complejo de cines no existe más. Querétaro ha cambiado mucho en estos 15 años: no sólo hay cien salas de cine en la ciudad sino que hay cada vez más diversidad. Y la diversidad en el cine refleja, claro está, la diversidad de la audiencia.

Anoche vi La vida de Adèle, y pude comprobar éstas y otras cosas:

Adèle va en su segunda semana de exhibición, y bien podría tener una tercera y hasta una cuarta, lo cual es algo casi inverosímil para los estándares de Querétaro. En serio. Se constató que no hay más Vela Perpetua clasificando las películas por nosotros.

Había muchas parejas de chicas en la sala, lo cual, supongo, sería un poco obvio. Llegaban naturales, con mucho deseo de estar ahí, ansiosas de la historia. Lo que no era tan obvio para el resto de la audiencia es que Querétaro tuviera esa cantidad de parejas.

La sala se llenó un lunes, con todo tipo de personas y edades, incluso un par de familias completas por ahí. Todos mostrando mucho respeto al cine. Pensé que eso podría ser una definición de civilidad.

Nadie se salió, excepto un señor que súbitamente sintió deseos incontrolables. Dejó a la esposa a la mitad de la película. No puedo creer que nadie más se salió.

Entramos a la sala a las 8 de la noche y salimos a las 11:30. No sólo es una película muy larga: todos se aplican para que se sienta lo más larga posible, el guionista, el editor, el director: sientes que dura dos, tres veces más de lo que realmente dura. Esto me pareció un gran acierto, y creo que a los demás en la sala también. Todos entraban y salían como sin nada, como si lleváramos 24 horas viéndola, como si fuera reality tv y estuviéramos en la sala de la casa; la audiencia no se preocupaba si al salir se perdían algo: se familiarizaron tanto con la película.

Todos aguantaron el close-up, porque es una película de extreme close-ups el 90% del tiempo, creando otro extreme close-up en cada una de las caras que observaban esos extreme close-ups. Había escenas de rostros tan vastas y llenas de lujuria que nadie estaba leyendo los subtítulos, todos estaban viendo ojos, poros, manchas en los labios, colores de ojos. Que los personajes nos vieran directamente y nosotros lo aguantáramos también hablaba, de nuevo, de una audiencia lista para cualquier enfrentamiento.

¿Qué vimos exactamente todos anoche?
 


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En Querétaro quedaban cuatro cines de COTSA en el centro y había tres Cinemas Gemelos de la Organización Ramírez (que luego se convirtió en Cinépolis). Incluso como cartelera comercial, el panorama era muy pobre. El único refugio del cinéfilo en esa época eran los video clubs, que para entonces ya no tenían un catálogo tan amplio como cuando empezaron, a mediados de los ochentas. Ahora es muy diferente, por un lado cada vez hay más pantallas comerciales y por otro puedes acceder a casi cualquier película desde tu computadora.   ¿Cuál es la diferencia entre el «buen» y el «mal» cine? ¿Qué películas definitivamente no se proyectarían en el Cine Club? El propósito del Cine Club es ofrecer al público otras opciones a la cartelera comercial y promover películas con valor artístico o histórico o con algún otro tipo de interés. Me resultaría muy difícil establecer una diferencia entre el «buen» y el «mal» cine a la hora de programar. En términos estrictamente históricos toda película es importante, aunque sólo sea por el hecho de que retrata su época de una u otra forma —esa es un poco la idea detrás de las cinematecas y los archivos fílmicos. No se me ocurre qué películas definitivamente no programaría; si algún título «malo», digamos, fuera relevante al tema de un ciclo, no dudaría en ponerlo; o incluso un ciclo completo programado con criterios distintos a la calidad. Hace unos años programé un ciclo de comedias de los ochenta y, un poco para que no pensaran mal de mí, le puse «Cine de horror de los ochenta». Eran bastante malas casi todas, pero el valor nostálgico era muy alto. Fue un ciclo muy exitoso. Podría decir que no programaría películas aburridas, pero ese también sería un buen ciclo: «Las películas más aburridas de la historia» (y ahí lo divertido sería poner títulos muy prestigiosos). Otro factor es que no nos dirigimos a un público homogéneo sino a públicos muy diferentes. Desde hace un tiempo, procuro que el cine club tenga otros programadores para atender esta diversidad y ofrecer un servicio más amplio. Los lunes por la tarde, «Otro Cine Querétaro» programa películas de carácter social y político, y por la noche Manuel Oropeza ofrece un programa extraordinario de ópera en video. Los martes ponemos la programación, digamos, oficial, que en su mayoría es cine de autor. Los miércoles son para el «Freak Show», un grupo de jóvenes interesados en el cine de culto. Y también están los ciclos que se programan en el Cine-Teatro Rosalío Solano y otros que solicitan escuelas o instituciones.   ¿Cuál ha sido el ciclo más exitoso? Hemos tenido bastantes, veinte años son muchos años. Recuerdo uno de cine de horror extremo que tuvimos que mover a una sala más grande porque el público ya no cabía. La última película del ciclo era Ichi, el asesino en función de medianoche; había personas sentadas hasta en el suelo. Otro que funcionó muy bien era de clásicos excéntricos del cine norteamericano, que iban desde La emperatriz escarlata hasta Miedo y asco en Las Vegas, pasando por Pink Flamingos y Eraserhead.   ¿Cuántas películas se han proyectado sin absolutamente nadie en la audiencia? Tiene que llegar por lo menos una persona para que se proyecte la película; no recuerdo ni una sola función cancelada porque no llegó nadie. Uno o dos por lo menos sí llegan. A veces se suspende la función porque se van todos antes de que se acabe, eso sí. Me gusta cuando programo cosas que exigen mucho del espectador, en tiempo o complejidad. Hemos hecho varios maratones; el primero fue una función continua de Berlin Alexanderplatz, la serie de televisión de Fassbinder de 15 densas horas de duración. La proyectamos en el auditorio de Bellas Artes en una copia en 16 milímetros. Al principio estaba llena la sala, al final quedaban como veinticinco personas. En ese tiempo todavía había prostitutas en la Plaza Constitución, y como regalábamos café y empanadas, en los intermedios se juntaban en el vestíbulo y entraban a ver a las prostitutas alemanas de la República de Weimar... fue muy especial.   ¿Tiene el Cine Club alguna pretensión social; crecer la audiencia, motivar ciertas conversaciones, reunir distintos grupos de personas? Siempre ha cumplido una función social importante: el Cine Club amplía horizontes, crea conciencia, crea comunidad. Durante muchos años estuvimos exhibiendo películas y series de televisión en la cárcel de San José el Alto con frecuencia semanal. Les mandábamos cuestionarios encaminados a que reflexionaran sobre sus vidas a partir de la selección de películas que hacíamos. Nos daban una libertad increíble, podíamos programar lo que quisiéramos. (Fue la época en que producían musicales adentro.)Ahora me gustaría trabajar en asilos de ancianos: aunque tienen televisiones y reproductores de DVD, es difícil que accedan a las películas que vieron en su juventud; creo que eso podría darles mucho placer.   Recomiéndanos un ciclo de películas infalible. Lo que sea de Alfred Hitchcock. Godard dijo alguna vez que las películas que Hitchcock realizó para Universal Pictures eran tan importantes en la historia de la civilización como la Capilla Sixtina, con la diferencia de que aquéllas habían sido vistas por decenas de millones de personas y ésta por un número mucho más reducido. Es algo infalible, Hitchcock siempre te llenará la sala y no estás haciendo ninguna concesión. La última vez que lo programé llegó un público muy joven a verlo. Cuando pasamos Psicosis, no tenían ni idea de que asesinaban a la protagonista a los quince minutos de empezada la película. 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