Con el internet vinieron los medios electrónicos. Con los medios electrónicos, la libertad individual de exposición a dichos medios. Con esa libertad, la competencia especializada por la audiencia. Con la competencia feroz, los títulos atrayentes. Con los títulos atrayentes, el sensacionalismo. ¿Y luego?, ¿el ridículo?
¿Cómo dirigir los clicks para que lean tu texto?
Aquí el viejo y ahora ya clásico Alarma, así como muchos medios tradicionales, nos lleva muchas décadas de experiencia: «¡Se lo llevó el tren!», es muestra de esas perlas inolvidables que rondan la memoria del inconsciente colectivo mexicano construido a base de frases que suenan a exclamaciones proferidas por una señora indignada gritando en una esquina. Nunca fallan.
El amarillismo en los encabezados vende cual Kim Kardashian en portada. If it bleeds, it leads, dicen que se dice. En otras palabras: de lo que hablo aquí es negocio viejo, pero vendido en el internet ha alcanzado niveles harto risibles.
Hay sitios como el Upworthy que han hecho casi una ciencia de titular o encabezar contenidos, de tal manera que dirigen millones de visitas a su sitio simplemente por la elección de palabras precisas con la única consigna de llamar la atención.
Olvídense de que el titulaje corresponda a la importancia o incluso a la lectura factual de los tópicos; eso es lo de menos. Lo de hoy es lograr que tu audiencia haga click: que entren es la consigna. Porque a mayor número de hits, mayor tráfico, mayores ventas, mayores tarifas y así sigue la cadenita.
Y para muestra pongo botones de medios estadounidenses. Disculparán el pochismo, pero son los mejores en este negocio del titulaje. Si se animan a leer los textos, me avisan.
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