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Dieta de medios, nueve formas de editar el cataclismo mediático en el que nos encontramos

Vivir entre tanta noticia importantísima es como intentar surfear en un tsunami interminable. Ernesto Sábato sugería publicar un periódico cada siglo son las cosas verdaderamente importantes: «El señor Cristóbal Colón acaba de descubrir América». Titular a ocho columnas. Es una exageración, por supuesto, pero hay ahí algo de razón: urge moderar los estímulos mediáticos que recibimos.

Por la mañana abrimos el mail personal –nuestra red social favorita– y nos encontramos, por lo menos, con un par de mails de amigos recomendándonos un «artículo imperdible». Antes de leerlos, abrimos el mail del trabajo y nos encontramos con una página que será una «referencia vital» para el proyecto en el que estamos trabajando. Antes de ver si sí es cierto, abrimos el Twitter y ahí es donde el cáncer de las recomendaciones web estalla: noticias, artículos, videos, podcasts, dibujos, fotos, canciones, revistas, libros… links a sitios web con cientos de links a sitios web…

Y eso sólo considerando la web, pues también recibimos información, historias, recomendaciones en el radio, la tele, los cientos de revistas que recibimos y disque leemos, en los conciertos y exposiciones a los que vamos, las conversaciones con los compañeros con los que trabajamos, las pláticas con los amigos que frecuentamos, etc. Como diría Hamlet: «medios, medios, medios».

Compartimos aquí nuestro propósito de Año Nuevo: nueve formas de editar el cataclismo mediático en el que nos encontramos.

  1. Twitter. Si seguir a más de 250 personas es imposible (tendríamos que estar leyendo Twitter todo el día), seguir a más de 100 es no sólo cansado, sino un tanto aburrido. Aceptémoslo, los chistecillos y la ansiedad degenerativa en menos de 140 caracteres no da para mucho. Nuestra propuesta: reducir el TL a 50 usuarios, a lo mucho. Y leerlo sólo en el baño.
  2. Libros. Sólo en español, se publican más libros a la semana de los que podemos leer en todo el año. ¿Cómo decidir qué leer? Dos propuestas: comprar los libros en una librería pequeña pero muy bien editada (El Faro de Alejandría en Querétaro, por ejemplo) y/o leer cada semana el London Review of Books y pedir los libros a The Book Depository (el envío es gratuito).
  3. Radio. Pregunta sincera: ¿siguen existiendo los programas de radio, los locutores, las antenas AM/FM? Podcast killed the radio zombie. En lugar de hacer corajes con las estaciones de radio de provincia, proponemos descargar un par de podcasts al día. Aquí nuestras recomendaciones: bit.ly/podcastSB.
  4. Televisión. Por lo menos una vez a la semana alguien nos sale con este reclamo: «¿Por qué no has visto Baking Bread!» Hay que saber editar la urgencia: ver una serie al año, a un paso de uno o dos capítulos por semana. Y esperar a que el tiempo, solito, edite las modas. Mientras tanto, ver Los Soprano, The Wire, Berlin Alexanderplatz, Twin Peaks, Mad Men y quizá House of Cards.
  5. Viajes. Dos o tres veces al mes vamos al DF o a San Miguel. Durante esos pequeños viajes hacemos prácticamente lo mismo que en nuestra ciudad: desayunar, leer, comprar algo, comer en un restaurante y salir a un bar a tomar algo. Proponemos ahorrarnos todos estos pequeños viajes para hacer un gran viaje nacional cada tres meses y uno internacional al año, por lo menos.
  6. Facebook. El año pasado uno de nosotros se suicidó en Facebook, pero resucitó al tercer día según las zombiescrituras. Ahora sí, el 1 de enero del 2014, nos suicidaremos de una vez por todas y para siempre y basta. Por el pavor de Dios, no más Facebook. Ya tenemos suficiente con los primos y los amigos mostrando fotos de sus hijos y sobrinos cada vez que comemos con ellos.
  7. Restaurantes. Mejor ser cliente frecuente de tres o cuatro muy buenos restaurantes que ir a las inauguraciones de todos los restaurantes que abren y quiebran a la semana. O mejor: en lugar de ir tanto a restaurantes, proponemos tomar en el 2014 un curso de cocina; es mucho mejor comer las desgracias propias que consumir las desgracias efímeras de los restaurantes de moda.
  8. Música. Nos acabamos de topar con una lista de los cien mejores discos del año. ¡Cien! Suponemos que para hacer una lista de cien, hay que escuchar por lo menos mil. Mil discos al año, cada uno con, digamos, diez canciones: 10,000 canciones al año, 27 al día. Oh, el juicio precoz. Mejor hacernos especialistas en tres o cuatro bandas, cantantes o compositores cada año. Abarcar poco, apretar harto.
  9. Futbol. En la mayoría de los medios, la noticia del año será el Mundial de Futbol Brasil 2014. Ya con el teatrito del futbol mexicano tuvimos demasiado chisme y comadreo. En lugar de los supuestos análisis futbolísticos, sugerimos leer los escritos futbolísticos de los grandes: Fontanarrosa, Villoro, Caparrós, Galeano, etc. Y con estas lecturas en la memoria, te sugerimos ver los partidos en mute.

 



 

Edición de medios –nuestro propósito de año nuevo

Henry Kissinger insistía en cómo te construye o te destruye la información a la que tienes acceso. Entendía que cada quien construye su propia percepción a partir de los medios que consume. Tomamos decisiones de qué ver, leer, oír, y esas decisiones le dan tono a la información y a las historias que recibimos y que muy lentamente forman nuestras ideas del mundo –y, plop, también, de nosotros mismos.

¿Será que consumimos tantos medios pequeños –porque es tan fácil– que dejamos poco espacio para los medios que nos podrían satisfacer a más largo plazo? ¿Será el sereno? Por lo pronto, nuestro propósito de año nuevo es reducir nuestros medios.

Idealmente, nos quedaremos con cinco tuiteros: @chevew, @loulourevisited, @ds_paris, @gmosheridan y @tumeromole; cuatro escritores: J.M. Coetzee, Charles Simic, Yuri Herrera y Jorge Ibargüengoitia; tres músicos: DJ Moskar, Tom Waits y Alfred Brendel; dos series: The Wire y Mad Men, y un solo deporte: el béisbol.
 


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