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Entrevistamos a un buzo urbano

Entrevistamos a Francisco Javier Zavala, una persona que trabaja con visor, esnórquel y traje de neopreno a mil kilómetros del mar: un buzo urbano.
 
¿Cuál es tu trabajo?

Le doy mantenimiento a las fuentes. A esta de Santa Rosa de Viterbo y a la de Plaza Constitución.
 
¿Cuántos años llevas en esto?

Tres años.
 
¿Cuántos buzos urbanos hay en esta ciudad?

Yo nada más. Hay otras personas que se encargan de las otras fuentes, pero ellos no se sumergen, le dan mantenimiento desde la superficie. Lo más complejo de esto es sumergirse, quitar las bombas, checarlas, ponerlas. Hay bombas que tienen hasta ocho tornillos.
 
¿No piensas que la imagen de un buzo en plena ciudad es algo absurda?

Sí, es curioso, pero a mí me gusta este trabajo y se me hace agradable. Lo hago con mucho gusto. El mantenimiento de las fuentes incluye electrónica e hidráulica, y eso me gusta.
 
¿Has buceado en el mar?

No.
 
¿Cuál es la mayor satisfacción de tu trabajo?

Muchas personas vienen aquí a ver el espectáculo de las fuentes y aplauden. A veces incluso vienen y me felicitan personalmente. Esa es la satisfacción mayor, que la gente agradezca mi trabajo.
 
¿Y cuál es la peor parte?

El riesgo, el riesgo que corre uno al meterse al agua con la fuente funcionando. Manejamos 220 volts.
 
¡Uy! ¿Entonces un día podrías acabar electrocutado?

Pues sí, puede llegar a suceder, pero qué haces. Ese es el mayor riesgo de mi trabajo. Tengo mis protecciones, como diferencial de fallo a tierra, pero si llega a fallar, pues… Es un riesgo latente, pero ahora sí que esa es la chamba.
 
Y luego hay gente que se hace la graciosa y se mete a la fuente, ¿verdad?

Sí, se ha metido gente aquí. A veces se avientan aquí los niños de la escuela. Una vez unas gordas se metieron, bien valientes, y después ya no se podían salir. No sé si era por el peso del agua o por el nervio, pero se tardaron mucho en salir. Bien curioso.
 
¿Y no dañaron las bombas?

No, no mucho. El día que nos fastidiaron más fue un día que hubo aquí un evento de rock. No sé a quién se le ocurriría hacer aquí un evento de rock. No sé qué artista vino, pero empezó a llover, ya no quiso salir el artista y las vallas que cubrían la fuente terminaron todas adentro. Había infinidad de botellas (de alcohol), algunas sillas. Mucho destrozo. Ahí sí rompieron varias boquillas de la fuente.
 
¿Qué tan difícil es ser un buzo urbano?

Cuando estuve armando la fuente con el ingeniero, yo estaba aquí con mi visor, mi esnórquel y estaba apretando las bombas. Un compañero, Pedrito, me dijo: «a ver Paco, ¿a poco es tan difícil? Préstame tu esnórquel y tu visor». Le dije: órale, va, sólo ten mucho cuidado de no sumergir el esnórquel. Salió morado, le dio unos tragos de agua bastante fuertes y no dejó de toser en un buen rato. Ese es otro riesgo: un traguito de agua y ahí te encargo.
 


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