Tlacotalpan: el pueblo que está en la ribera del río Papaloapan, el lugar donde inmigrantes franceses, alemanes e italianos se establecieron en el siglo XVIII, el pueblo de casas de colores declarado Patrimonio Mundial, el poblado que mejor ilustra la colorida cultura jarocha. Tlacotalpan es quizá el único lugar de México que sigue mereciendo el adjetivo «pintoresco», sobre todo durante los primeros días de febrero, durante las fiestas dedicadas a la Virgen de la Candelaria.
Si te tocó el mentado monito en la Rosca de Reyes, no seas tan mediocre como para sólo comprar tamales el 2 de febrero; no, échale más ganas y planea un viaje a una de las fiestas más vigorosas y culturalmente estimulantes de todo México.
El pueblo jarocho reluce con arrojada intensidad del 31 de enero al 9 de febrero, Tlacotalpan organiza conciertos, regatas en el río, paseos con la Virgen, cabalgatas, una pamplonada, encuentros de jaraneros… todo tipo de fandango.
31 de enero. Cientos de personas desfilando por la calle principal. Los hombres con guayabera blanca, pañuelo rojo, botas de tacón y sombrero de cuatro pedradas. Las mujeres con blancos vestidos de organdí y encaje, de tres olanes, delantal negro de terciopelo bordado, pañuelo a la espalda, abanico y peineta y flores en el cabello.
1 de febrero. Por la mañana se organizan las regatas en el río. La lancha más rápida se gana el derecho de cruzar a seis toros cebú de un lado al otro del río. Los toros nadan, cruzan el Papaloapan y salen corriendo por las calles del pueblo. Al anochecer se organiza «La Mojiganga»: figuras cabezonas y diablescas que bailotean por el pueblo alejando los malos espíritus.
2 de febrero. Este es el día más importante: después de despertarse con las mañanitas, la Virgen se pasea a lo largo del río Papaloapan para extender sus bendiciones que protegerán al pueblo tlacotalpeño. Después del paseo, la Virgen regresa al templo y el pueblo continúa con su fandango.
Paseo en lancha. Puedes ver el paseo de la Virgen por el río Papalopan desde el muelle, pero es mucho mejor ser parte de la bola. Ve por la mañana a uno de los callejones que están antes del muelle (evita el muelle, pues es muy turístico), busca una de las canoas de remos que concursaron en las regatas y apalábrate con ellos para el paseo del 2 de febrero.
La comida. Prueba todo lo que salga del mar o del río: róbalos, chucumites, jaibas, mojarras, acamayas, camarones y tortugas, todo al mojo de ajo, en adobo, al chipotle o a la veracruzana. De postre, los dulces de almendra, de cacahuate, de coco y de guayaba.
La bebida. Inmediatamente después del paseo post-desayuno, perfílate a los portales de alguna de las plazas, busca un lugar con sombra segura y tómate las micheladas suficientes para permanecer ahí dos, tres, cuatro horas. Haz lo mismo por la tarde, pero esta vez tómate un «torito» de cacahuate o un «popo» servido en la tradicional jícara.
Museos. Recomendamos dos, el obvio y el alternativo: la Casa Museo Agustín Lara y el Museo Colonial Salvador Ferrando. Este último es una casa anexada al templo de la Virgen de la Candelaria, propiedad del pintor tlacotalpeño Salvador Ferrando, que resguarda distintas obras que muestran los paisajes, la gente y el estilo de vida del pueblo jarocho.
Casa del Río. Una casa del siglo XIX convertida en un hotel de 32 habitaciones. Tiene vista al río Papaloapan. T. (288) 884 2947 / 884 3283
Posada Doña Lala. Quizá el hotel más tradicional de Tlacotalpan, considerado monumento histórico nacional. T. (288) 884 2580 / 884 2455
Hostal El Patio. Aquí se quedó Sada el año pasado. El lugar es sencillo, discreto, limpio y seguro. T. (288) 884 3197
Planea una escala en Puebla. El viaje a Tlacotalpan es un poco largo: desde el Bajío son más o menos 720 km, un poco menos de siete horas y como $750 de casetas. Nuestra sugerencia: divide el viaje en dos y descansa en Puebla. Quédate en el hotel La Purificadora, visita la capilla del Rosario en el templo de Santo Domingo, ve a Cholula, empácate un mole y prueba el chileatole.
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