Los años sabáticos son de esos placeres con los que todo mortal sueña. Algunos lo llaman «vacaciones largas», «tiempo de descubrimiento espiritual», «segunda oportunidad para hacer lo que quieras», «nuevos avances académicos» o «tiempo para hacer absolutamente nada». Una cosa queda clara: la posibilidad de darse un año sabático es de lo más esperado para cualquier persona que sabe lo que es trabajar hasta el cansancio.
Uno estudia, consigue trabajo, crece, trabaja y gana el dinero suficiente (y el cansancio necesario) para darse un respiro codiciado. Pero muchas veces, para cuando uno llega a este momento de su vida, las responsabilidades maritales, los hijos e incluso la vejez se hacen presentes y el respiro entonces nunca llega. Este no es el caso de una pareja de treintaycincoañeros europeos que agarraron a sus hijos y se aventuraron a explorar el continente americano a bordo de una Combi.
Sylvaine y Gilles, dos maestros del sur de Francia, comenzaron una aventura sabática en septiembre de 2010. Compraron una Combi y treparon a Adrien, de 5 años, y a Arthur, de año y medio, con destino a un puerto de Bélgica. Atravesaron el Atlántico, desembarcaron en Halifax y de ahí comenzaron a bajar por tierras americanas: Canadá, Estados Unidos, México. Visitaron Chihuahua, Guadalajara, Tequila, Guanajuato, León y Querétaro. Aquí fue donde el bombón se topó con ellos.
La curiosa pareja francesa nos contó de sus experiencias en México. Nos comentaron que, como todo extranjero, tenían una visión completamente diferente del país. Nadie les recomendaba visitar México debido al peligro y la «guerra» que se vivía, pero al recorrerlo han quedado asombrados.
La aventura suena a una road movie de ambiciones monumentales y con reflexiones antropológicas. Recorrer en Combi, y con familia, el continente americano no suena nada fácil. Andar más de nómada que de turista, resolver los problemas de comida para los remilgosos hijos con un «McDo», hacer la labor de madre y padre dentro de atmósferas completamente diferentes, educar a los hijos en un salón de clases que nunca es el mismo… ¡Imagínate que el viaje familiar de Semana Santa dure todo un año!
¿Cómo han sobrevivido Sylvaine y Gilles? Fácil: conocer el frío de Montreal, las playas del Pacífico, las inmensas ciudades de Estados Unidos, el desierto de Arizona, las tradiciones mexicanas de Guadalajara y los atractivos coloniales del centro de México suena al viaje de tu vida. Eso, sumado a las espontáneas amistades que han hecho a lo largo de su recorrido, vale todos los percances del camino.
El viaje de Sylvaine y Gilles continúa. Planean seguir viajando por México, bajar por Centroamérica, llegar a Panamá, vender la Combi y, por ahí de septiembre, regresar a su vida normal en Francia. Cada una de sus travesías es recordada en su blog, un bitácora plagada de personajes y de historias estilo Jack Kerouac.
Y nosotros acá, esperando nuestro propio año sabático…
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