El término «luna de miel» es uno de los más cursis y chafos. Si se trataba de crear un eufemismo para «periodo de sexo», hubiera estado mejor algo como «mes melaza» o «fase melcocha». Anyways… tras la boda, los novios se van de lunamieleros. Podrían irse a su nuevo hogar, pero se acostumbra –y es bien visto– irse de viaje a un lugar lejano y, de preferencia, exótico. «Lo exótico excita», nos dice Susana, nuestra chica ejemplar.
Aunque no se necesita más que un pequeño colchón para probar «las mieles del amor», los novios suelen aprovechar la situación en la que se están viendo envueltos para hacer un viaje, digamos, vigorizante.
Existen casos muy lamentables, como todas aquellas parejas que se casaron porque tuvieron su luna de miel antes de la boda. A esos viajes, con el novio tenso, la novia en náuseas y un imprevisto retoño en el vientre de ambos, se les conoce como viajes aguamieleros.
Salvo esas penosas excepciones, las lunas de miel suelen ser, en más de un aspecto, memorables. Aquí nuestras recomendaciones para que no sólo recuerdes las noches, sino también los días de tu viaje nupcial.
¿Cuáles son los destinos con los hoteles más agradables para encerrarse en un cuarto, poner el letrero de «No molestar» y fundar el búnker del amor? Recomendamos aquí dos lugares, uno en Veracruz y otro en Baja California.
Entre el puerto de Veracruz y Tuxpan, en la llamada costa esmeralda, hay un pueblo francotropical llamado San Rafael. Ahí, entre plantíos de cítricos, plátanos y sobre todo vainilla (imagínate nomás la gastronomía), se encuentra la Maison Couturier, un pequeño y elegante hotel de nueve cuartos con terrazas privadas; una joyita muy poco conocida. Más info: maison-couturier.com.
Al otro lado del país, sobre uno de los cerros que rodean al Valle de Guadalupe, hay 20 cabañas tan sencillas como lujosas. Endémico es un hotel ermitaño que ofrece una mirada expansiva al valle más afrodisiaco de México. Más info: designhotels.com/endemico.
Los destinos introvertidos son ideales para los novios huraños y/o para las novias que verdaderamente sí se casan de blanco. Para todos los demás, existe Río de Janeiro (¡a cidade maravilhosa!).
Ninguna ciudad como Río de Janeiro, al mismo tiempo dinámica y romántica, íntima y candente. Río tiene sol, playas espectaculares y un ambiente encendido y ardiente. Estimula al mismo tiempo que tranquiliza. Algo fascinante. El único problema es que hay tanto cuerpo terso y rusiente, que uno (y una) se arrepiente en todo momento de haberse casado. Río de Janeiro: la incesante tentación.
La ciudad más romántica de la región es, sin duda, San Miguel de Allende. Pero irse de luna de miel sólo a San Miguel sería un tanto aburrido. Mejor recorrer la llamada «ruta del amor», es decir, Atotonilco-San Miguel-Pozos-Querétaro-Pátzcuaro. Todos estos lugares tienen hoteles boutique, restaurantes agradables, terrazas coquetas y un ambiente, digamos, fecundador.
Entre tantas opciones de hospedaje, recomendamos prácticamente todos los hoteles en Atotonilco y Mineral de Pozos, el hotel Matilda en San Miguel, la Casona de la República en Querétaro y la Hacienda Mariposas en Pátzcuaro.
Sugerimos también desviarse ligeramente de la ruta para conocer algunos viñedos (Cuna de Tierra, La Redonda, Cavas Freixenet, Viñedos Azteca) y, ya que no habrá avión durante el viaje, volar en globo aerostático en Tequisquiapan.
Si en vez de hotel, lo tuyo es el amor «al natural» de una cabaña, acá las opciones más cercanas en el centro del país.
Tras el bodorrio, viaja, pero no para conocer un lugar, sino para estudiar una maestría o un doctorado. Es lo mejor que puedes hacer antes de comenzar a multiplicarte y «formar una familia». Además, de esta forma, la luna de miel durará al menos un par de años.
Aunque cualquier pretexto para viajar es siempre bueno, aprovecha la circunstancia acaramelada que estás viviendo con tu pareja y quédate en casa economizando el deseo. Dos o tres años después, cuando la pasión comience a decaer –cuando comiences a vislumbrar un posible y terrible páramo sexual– vete ahora sí a una luna de miel tardía y revive con tu pareja «la flama del amor». Administración de la líbido, que le dicen.
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