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El after office, a favor del happy hour en nuestras vidas

Carlos y Pepe trabajan en la misma oficina, ganan lo mismo, hacen lo mismo. Los dos tienen un amigo en común —Susanita— que cada miércoles los invita a tomarse una cerveza después del trabajo. Carlos nunca va, pero Pepe siempre está ahí, atascándose de alitas con salsa búfalo mientras su vecino de cubículo colapsa en el Gmail. Los dos tienen los mismos resultados laborales, excepto que Pepe ya se ganó a la de Ventas para que acelere sus cotizaciones, sabe a quién van a recortar de la nómina este mes y presenció un memorable partido del Mundial (Brasil-Chile) con su jefe —que, acá entre nos, ya le confesó sus planes para ascenderlo a fin de año.

Ninguno logra separar el trabajo de su tiempo libre. Pero seamos honestos: en tiempos de anglicismos como workaholic y smartphone, la oficina (física y espiritual) desconoce fronteras. El día es una interminable jornada laboral donde ocho horas no bastan para terminar pendientes, corretear un aumento o comunicar en Facebook —ese catálogo de chiquitriunfos— que «amo mi trabajo <3» porque los de Recursos Humanos te dejaron un chocolate en el teclado.

Mientras Carlos huye atareado de la oficina, Pepe convive (conbebe) con ella. Porque así como la tabla de Excel se cuela en la reunión familiar, la cerveza con los amigos debería entrometerse en la junta ejecutiva. Amigos lectores, he aquí ocho razones por las que urge hacer del after office nuestra nueva costumbre laboral.

1. Favorece el networking. Ver a los compañeros de trabajo fuera de la oficina, en un paisaje rodeado de bocadillos crujientes y cócteles imparables, es como una juntita desfachatada: relaciones más cercanas que, en un futuro, podrían convertirse en nuevas oportunidades laborales. Eso sí, jamás pasarse de amiguero con la de Relaciones Públicas (el acoso en potencia).

2. Reanima tu vida social. El after office es una gran oportunidad para darle un boost a tu círculo de amistades. Basta con una tarde para que El ingeniero se transforme en Fernando, el que destapa las cervezas con los dientes y tu futuro compadre de bautizo. Es más, en una de esas sí te sobrepasaste con la de Relaciones Públicas, se confunden y terminan casándose.

3. Crea pretextos. El after office como el «no puedo, tengo trabajo» pero con cervezas y promociones: zafarse de los compromisos sociales con compromisos de oficina (reales o ficticios). Toca cena con los suegros, hay comida con el jefe; el amigo nefasto tiene reunión, cenas con un cliente; tu mejor amiga te invita a la piñata de su hijo gritón, hay viaje de integración.

4. Libera estrés. No más cápsulas de pasiflora o contracturas de oficina. El antídoto para una jornada plagada de correos ilegibles, clientes pasivos-agresivos, jefes que parecen divas y una ineficiente conexión inalámbrica es —mínimo— tres horas de botanas non-stop en un círculo de apoyo emocional titulado «Yo también olvidé adjuntar el PDF».

5. Consolida negocios. Una gran idea: irte con posibles clientes a cenar o tomar algo off the record. Platicar de los problemas durante las entradas, cerrar tratos en la sobremesa, trabajar sin que se note que estás trabajando. Hacer negocios con amigos —y no con extraños— aminora tantas neurosis de escritorio.

6. Dosifica los excesos. Lo opuesto al after office es no salir entre semana, exprimir la vida social entre el viernes y el sábado, beber mucho para pasar el domingo desvelado y odiando el domingo. Las reuniones entre semana son lo contrario al grotesco desquicie de mirrey: pequeñas dosis de actividad social, constantes pero que nunca cansan.

7. Cuida tu economía. Un verdadero after office incluye todo un catálogo de happy hours, a veces hasta temáticos (lunes de ingenieros, martes de gringas, miércoles de amas de casa, etc.). Entre el 2×1 en bebidas nacionales y los paquetellenes, come y toma con descuentos, sabiendo que desde la incomodidad de tu cubículo haz hecho del mundo un lugar mejor.

8. Filtra información. A veces no basta con ir al trabajo para enterarte de lo que sucede. Irónicamente, los temas más serios de la oficina se tratan un jueves a las 11:00 pm en alguna barra de la ciudad. El asiduo al after office tendrá —como Pepe— las primicias laborales: los nuevos proyectos, el próximo despido, el dramático divorcio de Lupita, la envidiable simpatía del jefe.

 

Contra el after office

Pensándolo bien, el happy hour es también un peligro latente para tu carrera profesional. Un trago de más, una ronda que no debía ser, y la fachada de trabajador serio se desploma junto con los planes a futuro y el balance corporal. Ni hablar de los Godínez con tarro en mano y gastritis cacahuatera, cual bestias en su habitat natural: fascinantes pero mejor de lejitos.

 

¿A dónde ir en Querétaro?

Logan’s Beer House. El Logan’s es la versión queretana de un pub inglés-americano. O por lo menos así lo piensa nuestro paladar con sus cortes de carne, la crema de almejas, los emparedados especiales y una abrumadora barra de cervezas y destilados.
Zonas: Arcos y Tecnológico.
logansbeerhouse.com

Rock n’ Ribs. Acá lo mejor son sus costillitas de cerdo, las hamburguesas o las inmejorables papas atómicas con curry. Todos los días hay promos como el «come todas las costillitas que puedas» o las coronitas a $15 pesos.
Zonas: Bernardo Quintana y Jardines de la Hacienda.
rocknribs.mx

Wings Army. Un clásico nacional. Sus alitas (y su gama de cervezas) es insuperable e invasiva: seguramente hay un Wings Army por donde vives/trabajas. Llevan años luchando por esto del after office anglosajón (es decir, no hay pierde). Gran promo: 50% de descuento en cervezas nacionales e importadas.
Zonas: Arcos, Constituyentes, Sendero y San Juan del Río (ese clúster industrial).
soldadowings.com/Queretaro

Gracias a Dios. Este es el más inmediato a nuestra oficina: una cantina que parecer bar y viceversa. Lo mejor: su barra de mezcales (recomendamos el de la casa) y una carta con antojitos mexicanos que van desde los tacos de cecina hasta los de chamorro. Lo malo: ir un jueves en la noche puede terminar en viernes de Word y cafiaspirinas.
Zona: Centro (Andador Libertad).
facebook.com/Gracias.a.Dios.Cantina

 

El after office ideal

Acá en el Bajío, lo más cercano a un after office es el convivio mensual en un sospechoso karaoke (con La licenciada —la cumpleañera— en modo Jenni Rivera), el político/empresario/figura pública en su tarde de copitas tipo Club de Toby empoderado (una versión casi anciana de lo que ahora llaman «el tren del mame») o —en el mejor de los casos— la reunión semanal con los amigos (predecible pero necesaria).

Con ese panorama, proponemos dignificar el placer de la cerveza recreativa y su espontaneidad: salir de la oficina, encontrarse con un amigo (o llamarle), tras el saludo darse cuenta que nadie tiene algo urgentísimo por hacer y, casi en automático, dirigirse juntos al primer bar que se les ponga enfrente.

Así, sin objetivos laborales, sin pláticas obligadas; por la pura gracia hedonista de no hacer nada después de ocho horas de trabajar en todo.
 


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