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La sierra en moto, una odisea de fin de semana por la curvilínea Sierra Gorda

A la Sierra Gorda la conocemos por su reserva natural y las misiones franciscanas. Lo que casi no sabemos es que la carretera hacia Jalpan de Serra es una de las más aclamadas por los viajeros motociclistas: un circuito poco transitado, en excelentes condiciones y con vistas panorámicas al relieve montañoso.

Esta edición proponemos el primer viaje que limita a nuestros lectores (porque no todos andamos en moto). Aún así, a la Sierra Gorda vale la pena recorrerla en primera persona, sin vidrios de automóvil, oliendo la humedad y la neblina mientras el motor acelera y uno se menea entre sus prominentes curvas (las de la sierra).

Gracias a las recomendaciones de Daniele Dell’Erba —amigo, motociclista y fan de las acamayas— proponemos una gran y voluptuosa aventura para este o cualquier fin de semana.
 

La demasía serrana

La Sierra Gorda es un destino múltiple y avasallador. Hay tantos atractivos como caminos y rincones. Un viaje a la región puede ser de dos días o extenderse por semanas, yendo y viniendo por riachuelos, cascadas, misiones, cañones y pueblos. En una de esas te enamoras en Arroyo Seco y nunca vuelves a la ciudad.

Con esa vastedad, importan más los kilómetros recorridos que la cantidad de atractivos. Lo mejor de viajar en moto está en la carretera, en los tanques de gas que se consumen hacia el horizonte. ¿A dónde vamos? Da igual.

Una advertencia que no está de más: la belleza de las curvas serranas es, al mismo tiempo, un tramo de alto riesgo no apto para primerizos —aunque uno de nuestros colaboradores asegura que la Vespa en asfalto citadino es igual de mortal.
 

Día 1: Jalpan de Serra

Desde Querétaro: 204 km / 3 hrs aprox.
 
El viaje comienza, tal vez, una o dos semanas antes de salir (escoger la ruta, hacer la maleta adecuada, revisar la moto, organizar todo el equipo). El mismo día, proponemos salir temprano de Querétaro con rumbo hacia Ezequiel Montes y luego desviarse por la carretera 120 hacia Jalpan de Serra. En el camino, pasando Cadereyta, es imprescindible hacer una parada glotona en las gorditas de Vizarrón de Montes. Entre garnacha y garnacha, retomar el camino a través de paisajes áridos que pronto se transforman en bosques tropicales, de niebla, coníferas y encinos. Viajar a la Sierra Gorda significa cambiar de paisaje cada 15 o 20 minutos —y nada escenifica mejor este panorama como el mirador de Cuatro Palos con vistas a los pliegues montañosos de la sierra, antes de llegar a Pinal de Amoles (un pueblo por momentos sepultado en la niebla).

Como a 20 minutos después de Pinal de Amoles se encuentra la desviación a El Chuveje, una impresionante cascada de casi 30 metros de altura, rodeada por helechos, musgos, arroyos y una apacible poza para refrescarse en el camino hacia el norte del estado.

Lo ideal es ver a Jalpan como la base de la sierra. Para visitar: el remodelado Museo Histórico de la Sierra Gorda, la cercana Misión de Jalpan (la primera construcción franciscana levantada entre 1751 y 1758) y —obviamente— la comida (zacahuil, cecina con enchiladas serranas y atole de puzcua).

Para el hospedaje recomendamos el hotel El Económico, que, efectivamente, tiene un precio bastante razonable y cumple con sus funciones de descanso.
 

Día 2: Más allá de Jalpan

Desde Jalpan a Conca: 38 km / 30 min aprox.
 
Partiendo de Jalpan uno puede ir y venir por el circuito serrano. Dependiendo de la duración del viaje, los recorridos motorizados pueden extenderse por el resto de las misiones franciscanas (Concá, Tilaco, Landa y Tancoyol) o hasta lugares como el Sótano del Barro, un impresionante abismo natural, hogar de las últimas guacamayas verdes, con 500 metros de diámetro y 450 de caída libre.

Para este itinerario, proponemos madrugar con el motor y dirigirse a la más lejana de las misiones: la Misión de Concá en el municipio de Arroyo Seco, contemplar su fachada mestiza y, de regreso, estacionar la moto en Las Adjuntas —la unión entre los ríos Ayutla y Santa María— y sumergirse en su dualidad de aguas, temperaturas y colores. Paréntesis gastronómico: cerca de los ríos existen varios restaurantes que preparan un manjar de platillo: las acamayas, unos deliciosos langostinos cocinados al mojo de ajo y avalados por nuestros paladares como el highlight de la travesía.

La sierra también es el hogar de la Reserva de la Biosfera Sierra Gorda, una de las áreas naturales protegidas más importante de Latinoamérica. Proponemos visitar la cascada de El Salto, un brinco de agua a mitad del bosque tropical, cerca de la comunidad de San Pedro Escanela (a unos 30 minutos de Jalpan).
 

Día 3: Misión de Bucareli

Desde Pinal de Amoles: 35 km / 90 min aprox.
 
Subirse a la moto en medio de la sierra abruma: tantísimo por descubrir hacia cualquier extremo cardinal; incontables tesoros naturales y culturales resguardados entre la tierra abombada. De todos, Bucareli es uno de los sitios más ocultos de la Sierra Gorda. Basta con tomar el circuito de regreso hacia Cadereyta, pasar Pinal de Amoles y seguir la desviación hacia la última de las misiones franciscanas en la región, edificada algún tiempo después de la llegada de Fray Junípero Serra y abandonada a mitad del paisaje serrano.

Es realmente una odisea llegar hasta Bucareli: más de 30 kilómetros de terracería pedragosa y lodo para poder contemplar los restos de una construcción fundada por los franciscanos alrededor de 1797, desolada desde 1926 por la Guerra Cristera y antiguo hogar de frailes y seminaristas. Con tanta historia y abandono, caminar por los pasillos de Bucareli es lo más cercano a un recorrido fantasma alrededor de montes y riachuelos.

Aunque el lugar es solitario, no muy lejos se encuentra el campamento El Jabalí con cabañas de lujo (indispensable hacer reservación). Esta es la mejor forma de cerrar una larga jornada de velocidades y volver —tristemente— a la plana y cacariza calle de tu colonia. O en una de esas y uno duerme tan bien que amanece con ganas de acelerar hasta el neblinoso San Joaquín y las llantas ruedan, ruedan, ruedan.
 

Información práctica

La identidad serrana. Gran parte de la riqueza regional está en su patrimonio intangible: los pueblos serranos, huastecos, arribeños y norteños que conviven en un mismo espacio. Con tanto ruido motorizado, vale la pena detenerse ante el primer acorde de un son o el zapateado inaugural del huapango.

¿Cuándo ir? Lo mejor es evitar la sierra en temporada de lluvias por los deslaves, los ríos desbocados y el derrape carretero. De ahí en fuera, hay que tener en cuenta que la diversidad climática obliga a empacar una chamarrita junto al traje de baño. También, por momentos, la neblina puede invadir hasta los retrovisores.

Tip de viaje: busca un compañero. Aunque andar en moto es un acto solitario, dicen que dos cascos piensan mejor que uno. Viaja con otro amigo motoneto, vigílense en las curvas, eliminen la selfie y háganse a la idea que, entre tanta terracería, alguna llanta se ponchará en el camino.
 


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