A modo de calentamiento para el próximo suplemento literario (aquí el último sobre el caminante), arrancamos con la serie «¿Cómo leo? –Las lecturas y sus lectores». Cada tercer día publicaremos un artículo sobre los vicios y manías de lectura de alguno de nuestros colaboradores. Comenzamos –certeros– con éste de Julieta Díaz Barrón:
Leo como actividad estacional. Hay épocas en las que leo un libro tras otro. Hay otras en las que no leo ninguno. A veces sólo leo revistas y periódicos. Y cuando leo, es sin parar. Ese mareíto que da cuando engulles páginas y no quieres pararte al baño o dormir o comer, es la mejor de las sensaciones. La última vez que me pasó fue con los primeros capítulos de Hitch-22 y con Mortality. Leo recostada en la cama o en un sofá, con poca o mucha luz, con ruido de fondo o en silencio. Suelo leer varios libros a la vez. Leo por imitación aunque la mayoría de las veces es una imitación de mí.
Yo soy una mujer de hábitos. Si no me creen, pregúntenle a mi marido. Siempre salgo de mi casa los domingos entre las 9:15 y las 9:20 am y compro los mismos tres diarios y una hogaza de pan para desayunar. Luego, leo esos diarios con una taza de café, después del desayuno. El domingo es mi día favorito justo por esta rutina. Antes de comenzar cualquier libro, me voy a la última página para ver cuántas tiene. Hago una cuenta mental de cuántas páginas creo que podré leer por día y enseguida determino más o menos en qué día lo voy a terminar. Antes siempre les ponía mi nombre y subrayaba mis libros con lápiz o pluma y hasta les agregaba comentarios. Esto me servía cuando daba clases de Literatura. Ahora jamás subrayo un libro y me da muchísima vergüenza releer mis libros subrayados, y, peor todavía, leer lo que comenté de algunos pasajes o líneas. Bochornoso. Leo poesía sólo de manera «saltada». Excepto con Pessoa, o quizás Baudelaire, jamás he leído de corrido un libro de poesía. Es imposible. Es como querer comer un bistec cada 10 minutos. Vomitaría.
Aquí tengo normas inalterables:
Obvio me leo a mí. Pero, si hablamos de géneros, digamos que leo sobre todo Literatura; pero también me interesa la Política, la Historia y algunas de sus ramas: la Historia de la Literatura, de la Filosofía y del Arte. De otras áreas de las que leo, y me da pena porque suena falso y cursi, es de Astronomía y de Física cuántica. Ustedes disculparán. De literatura ya casi no leo novela. Exceptuando Canción de tumba, de Julián Herbert, hace mucho tiempo que no veo una novela que me emocione. Urge que Jorge Degetau publique su primera novela porque voy a ser su primera lectora; soy mega fan de lo que no ha escrito. En medios electrónicos leo The Guardian, The New Yorker, Vanity Fair, London Review of Books, Animal Político, Huffington Post, Slate, Político y Gwaker. Y también leo los blogs de algunas personas que me caen bien. Mi marido @El_Moskar debería tener un blog y juro que sería un autor de culto. Obvio, leo a Sada y el bombón. Y bueno, un tema recurrente en los últimos años ha sido la lectura sobre la muerte, las experiencias de quienes están a punto de morir o las memorias de los deudos. Por supuesto, lo hago porque yo no me quiero morir nunca.
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