Soy P. y soy galerista en y de provincia. Mi trabajo en el Mundo del Arte (MA) comenzó hace algunos años, cuando mi sueño de estar a cargo de un espacio que expusiera arte se hizo realidad. Me contrataron para dirigir una galería y acepté con mucha ilusión. Pero el sueño terminó cuando me di cuenta que no entendía bien cómo funcionaba el MA. No sabía por qué nadie venía a mis inauguraciones y porqué, cuando venían a hablar conmigo, todos se fijaban en mi ropa y me preguntaban qué había estudiado y cómo había llegado a dirigir una galería.
Un amigo me recomendó leer Manual de estilo del arte contemporáneo: la guía esencial para artistas, curadores y críticos de Pablo Helguera. Luego de reflexionar un poco (en el arte contemporáneo hay que siempre reflexionar un poco), me decidí a hacerlo y su lectura me ha dado la oportunidad de reconocer mi potencial como galerista de provincia. También me ha dado la seguridad para atreverme a hablar con galeristas de otros estados, del DF e incluso me he atrevido a acercarme a artistas y coleccionistas de renombre, ¡ay!, internacional. Estoy segura de que si pongo en práctica los consejos que contiene esta guía, podré tener más claro cuál es el camino que debo seguir para alcanzar el éxito en el MA.
A través de sencillos capítulos y ejemplos de situaciones de la vida cotidiana –y una buena analogía con el juego de ajedrez, que no sé jugar bien pero aún así es útil– he podido adivinar cuál es mi posición en el MA y cómo puedo moverme con destreza dentro de este interesante juego.
En un principio me resistí a aceptar esta simplificación de un proceso tan complejo y sensible como el arte, pero luego entendí que si analizo y entiendo su estructura desde esta perspectiva, sabré usarla mejor a mi favor.
Por ejemplo, antes de leer este libro, cuando venía a visitarme algún coleccionista o algún artista, yo los atendía de manera amable y pronta; si quedaba algún compromiso o pendiente luego de la reunión, me apresuraba a llevarlo a cabo y notificaba a los involucrados sobre los avances. Los resultados eran suficientes, pero nunca buenos. Ahora sé que, al enfrentar estas situaciones, un poco de arrogancia es una virtud: un poco de racismo por aquí, un poco de namedroppeo por acá y las piezas de arte se mueven como pan caliente.
Las sencillas gráficas que se incluyen en el libro han sido también muy reveladoras. La imagen que se incluye en el capítulo Del Vernissage al lecho: la interacción social ha sido mi guía para desenvolverme en las inauguraciones (en las propias y en las ajenas). Evado a los críticos, saludo a los coleccionistas (en estricto orden de importan$ia) y abandono el lugar antes de que el espacio esté semivacío, no vaya a ser.
Ahora siento que puedo ir a cualquier galería o museo y comportarme a la altura, visitar estudios y hasta aprovechar la controversia y las tragedias sociales que se dan en ésta, mi querida ciudad, para llegar hasta la cima.
Gracias, Pablo Helguera, por tus consejos. Con tu ayuda me convertiré en la mejor galerista de provincia del MA mexicano. O de menos del Bajío.
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