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Mascotas –¿por qué tener a un animal de compañero?

Nos hemos acostumbrado a los animales domésticos. Sobre todo a los perros. Si nunca hubiéramos visto uno y de pronto nos lo topáramos –elegante, horizontalmente erguido– cruzando una calle, nos quedaríamos asombrados: no sabríamos qué es eso, si es del futuro o si viene de un sueño. Pero no, nos cruzamos con un perro, el que sea, de cualquier raza, y lo vemos como algo normal. Hemos perdido la capacidad de verlos como algo exótico porque están –estamos– sobredomesticados.

Quizá esa sea la consecuencia de vivir tanto tiempo en una ciudad: perder la capacidad de asombro. El perro y el gato son los animales urbanos por excelencia –sin contarnos, claro está, a nosotros mismos en el tráfico y en la fila del súper. Fuera de la ciudad el perro y el gato dejan, en cierta forma, de existir. El perro campirano es más un lobo que un perro. Y el gato silvestre es definitivamente un felino.

Hemos domesticado tanto a estos dos animales, que ya nos aburrimos. Ahora estamos intentando dominar a animales que resultan exotiquísimos, por lo menos para tenerlos en la ciudad: hurones, erizos, changos, cerdos, caballos miniatura… Quizá lo hacemos por venganza: lo que la ciudad nos hace todos los días, nosotros se lo hacemos a la naturaleza.

No es que estemos dementes, es que estamos aburridos. Y los animales distraen, a veces muy bien, nuestra desgana. Esa es quizá la primera razón para tener una mascota: para librarnos de nosotros mismos. A continuación otras ocho.

  1. Disfraza la soledad. «Un hombre solo siempre está en mala compañía», decía Paul Valéry. Un perro, un gato y hasta un pez maquilla muy bien la soledad. En lugar de caminar solo, sacas al perro; en vez de un selfie, instagrameas al gato. La idea es fingir sociabilidad. Las mascotas son en cierta forma la pluma de Dumbo para hacer amigos y –por qué no– conseguir pareja.
  2. Salva un perro callejero. Aquí va un dato atroz: en las ciudades del Bajío, una perrera municipal recoge en promedio 300 perros a la semana y sacrifica casi 15 mil al año. Vaya salvajada. Conviene, pues, adoptar un perro callejero. La mayoría tienen bastantes traumas y algunos complejos y tics, pero eso puede ser algo positivo: suelen ser dóciles, mansos y sumamente cariñosos.
  3. Supera el Tamagochi. Consciente o inconscientemente, todos tenemos ya una mascota. Se llama WhatsApp, Twitter, Facebook. Diario paseamos, alimentamos, acariciamos y le platicamos a ese fetiche llamado smartphone. Seremos anacrónicos, pero creemos que está mucho mejor pasar nuestros ratos libres al lado de un animal de sangre caliente.
  4. Obtén una nueva contraseña. Los sistemas tecnológicos que creamos son tan inteligentes, que necesitamos inventarnos una nueva contraseña cada semana. Con el banco, por ejemplo, ya hemos agotado como contraseña nuestra fecha de nacimiento, el nombre de nuestra ex y el número de empleado de nuestro cartero. Nos urge a todos una nueva contraseña. La solución: hacernos de una mascota y bautizarla.
  5. Cambia de humor. Una mascota bien escogida conforta al intranquilo y tranquiliza al revoltoso. Las mascotas son un poco un espejo de nuestros deseos. Si llegamos cansados a casa y el perro está ansioso, nos estimula a sacarlo a pasear y a hacer ejercicio. Si en el trabajo tuvimos un día tranquilo y estamos inquietos, un gato nos puede poner calmos y templados.
  6. Ve con alguien al psicólogo. La peor parte de ir al psicólogo es que luego quieres platicar con alguien sobre la sesión que tuviste. Como no es conveniente platicarle a tu pareja sobre la sesión, y mucho menos tener dos psicólogos, sugerimos ir con tu mascota. En esta bella, tierna y bondadosa época en la que nos tocó vivir, existen ya psicólogos –hasta psiquiatras– que atienden animales.
  7. Haz negocio. El mercado de las mascotas nunca decrecerá, así estemos hundidos –como estamos– en una crisis mundial. Estamos necesitados de animales que nos escuchen, que nos presten de veras atención y que agradezcan infinitamente el poco caso que les hacemos. Tener un animal, buscarle pareja y procrearlo para después vender sus crías es, sin duda, un gran proyecto de negocio.
  8. Atrasa el hijo. Nada como una mascota para atrasar, suspender o incluso cancelar el hijo que todavía no estás listo para tener. Aunque en realidad uno nunca está preparado para tener un hijo. Pero tampoco para tener una mascota. Así que conviene desnutrir, ofender, olvidar o sobre consentir un animal a hacer todo eso con un ser humano. No se ensaya con una mascota, pero sí dile eso a tu pareja.

 

¿Por qué no tener mascotas?

La razón principal es sencilla: porque en el fondo no necesitas un animal. Pero bueno, encontremos razones concretas: porque su alimento ya paga IVA, porque tendrás que gastar extra en los aviones, buscar hoteles especiales, estar atado a tu casa y conseguirte amigos nuevos que tengan una mascota similar. Antes de tener un animal, prueba si con una planta tienes suficiente.
 


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