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Mudarse: por qué y cómo mudarse de casa

Las mudanzas suelen ser consecuencias, respuestas a algo más, casi nunca una causa. Te mudas porque consigues un trabajo en otra ciudad, porque un amigo se va a vivir a otro país y te ofrece su casa, porque el casero te dice que el departamento ha dejado de estar en renta y que ya lo compró alguien más, porque el ginecólogo te salió con que eran triates y necesitas una casa más grande, o porque tu amante se vuelve tu esposa y te pide vivir en un espacio sentimentalmente neutro. No importa la causa, la mudanza es siempre una consecuencia. Como si mudarse no fuera un fin en sí mismo.

Pocas cosas más refrescantes que mudarse (pregúntale a la iguana): renueva, otorga estructura y visión, combate el hastío, aliviana, regula la circulación. La jovialidad se funda en la mudanza. Así como hay que viajar por lo menos una vez al año –para cambiar de aires, dicen–, sería bueno también mudarse cada cinco años.

¿Llevas ya viviendo más de cinco años en la misma casa? Aquí ocho breves consejos por si te animas a mudarte. Y uno extra: contrata a una empresa profesional, tendrás que pagar por algo que quizá podrías hacer tú, pero te ahorrarás tiempo, esfuerzo y dinero (el dinero que le tendrás que pagar luego al quiropráctico).

 


Desecha. Si le agregas una hache, la palabra se vuelve más fiel a lo que estás a punto de realizar: deshechar significa despedirse de forma cortés. Deshecha, pues, lo que llevas dos o tres años sin utilizar. Aprovhecha.

 


Empaca en orden. Comienza empacando las cosas que menos uses (películas, libros, cartas) y deja hasta el final lo de la cocina (lo cotidiano). Mudarse puede ser un proceso largo; por favor no empaques la pasta de dientes al principio.

 


Empaca pequeño. Las cajas grandes son engañosas: parecen prácticas cuando empacas, pero nunca cuando las cargas, y menos cuando las desempacas. Categoriza, no pongas los calzones y los desarmadores en una misma caja.

 


Relaciona las cajas. Numera las cajas y relaciona esos números con los espacios de la nueva casa. Por ejemplo, la cajas #3 van en el cuarto #3, que es el baño. No descargues todas las cajas en un mismo espacio; no hagas dos mudanzas.

 


Prepara la nueva casa. Hay muchas cosas que se hacen mejor sin muebles. Pinta, resana, fumiga y limpia muy bien tu nueva casa antes de meter mesas y sillones. Y pregúntate cosas como: ¿hay suficientes contactos para tus aparatos?

 


Deja un guiño. Olvida algo en la casa que abandonas, deja un guiño escondido por ahí. Algo que no encuentre la casera pero sí los nuevos inquilinos. Las casas con una pequeña historia son mejores que las esterilizadas sentimentalmente.

 


Vacía el bar. Las mudanzas internacionales no aceptan alcohol. ¿No te cambiarás de país, ni siquiera de colonia? No importa, aplica de todos modos la regla: organiza una fiesta dos noches antes y despídete de la casa como se bebe.

 


Brinda en el piso. La noche que llegues a tu nueva casa, invita a tus dos o tres amigos más cercanos, abre un par de botellas y, entre cajas y sentados en el piso, brinden y festejen. Será el primer gran recuerdo de tu nuevo hogar.

 


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