El oficinista es de alegrías fáciles. Basta un gansito, un meme, una cuponera de descuentos o un chiste de la revista Selecciones para verlo sonreír, animarse y superar otra anodina y mezquina jornada laboral.
Para el oficinista del centro de México (es decir, sin playa) que debe trabajar durante las vacaciones de verano, el Mundial de Futbol es un festín de ensueño, un desenfreno –casi una orgía– que se disfruta sólo cada cuatro años. La emoción del oficinista ante el Mundial es sólo comparable con la de un niño de cinco años (o un viejo de 80) que se queda dormido frente al árbol de Navidad (o frente a la caja de Viagra promocionada por Pelé).
Tras completar el álbum Panini y discutir las últimas vergüenzas de la selección Mexicana (#HaberTetos), el oficinista se perfila a vaciar toda su sabiduría acumulada durante cuatro largos años en la escalofriante quiniela mundialista.
Por supuesto, el Mundial lo ganará México. Aunque si a la quiniela se le mete dinero, entonces lo ganará Brasil o Alemania. O quién sabe, «en el futbol todo puede pasar» y «qué bonito es el regodeo en la oficina» y etcétera.
Para que quede registrada nuestra torpe capacidad de predicción, esbozamos este pronóstico para Brasil 2014:
Dejamos aquí un formato en blanco para que usted, oficinista pambolero con fiebre mundialista, organice la quiniela en su changarro.
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