El mexicano promedio –y estamos contando a los extranjeros que viven en México como mexicanos– consume tan solo 500 mililitros de vino de mesa al año (los españoles, italianos y franceses toman 50 litros al año). El problema del bajo consumo se debe, quizá, a la cerveza: cada mexicano consume, en promedio, 65 litros de cerveza cada año. Las razones son obvias: con este sol y estos tacos se antoja mucho más una helada michelada que una delicada copa de vino.
Sin embargo, existe también otro factor: en México pensamos que el vino es para ocasiones especiales. Ya sea por el precio o porque de plano no tenemos la costumbre de comer diariamente con vino, reservamos el descorche y las copas para las cenas elegantes o las celebraciones pomposas.
¡Craso error! El vino debería estar en la canasta básica, si no por economía, por lo menos sí por fruición. Por eso, porque sabemos que comer con vino te hace mejor persona, te presentamos aquí ocho consejos y una advertencia para escoger vinos en el súper.
El hueco inferior. Este es un mito, pero casi siempre resulta cierto: selecciona el vino con el hueco inferior de la botella más profundo. Las botellas sin hueco tienden a ser pura pedacera.
Cepas garantía. Hay cepas que no tienen pierde, sobre todo si vienen del país preciso: los vinos Carménère de Chile, los Malbec de Mendoza, los Tannat de Uruguay y, en blancos, los Torrontés de Salta.
El platillo delimita al vino. Si vas comer algún platillo español, compra un vino español; si vas a cocinar italiano, compra uno italiano o mediterráneo; si te apetece un mole, pues vete con el mexicano.
Compra el mexicano. Si estás indeciso, si te debates entre dos o tres o si de plano no sabes cuál comprar, elige entre algún mexicano. Tienden a ser un poco más caros porque se hacen muy poquitos, no porque alguien te esté robando.
Lee, viaja y conoce. Lee nuestro suplemento especial sobre la cultura del vino en el centro de México, conoce los vinos de la región, visita las fincas vitivinícolas y comienza, poco a poco, a convertirte en un experto.
Anota y recuerda. Sí, podrá ser muy nerdo tener una libretita donde vayas anotando los vinos que salieron buenos, pero sólo así podrás algún día decir «los Malbec de Mendoza del 2004 son exquisitos».
Experimenta. De tanto en tanto, prueba una cepa nueva, un vino de otro país, una casa vitivinícola diferente. Experimenta, que esto del vino al final se reduce al conocido método «prueba y error».
Busca los premiados. Este método no es infalible –con decir que a Obama le dieron el Premio Nobel de la Paz–, pero a veces funciona. Busca los vinos galardonados, normalmente les ponen una etiqueta presumida.
¡Advertencia!: evita el vejestorio. Para los vinos jóvenes –prácticamente todos los que están en el súper– no aplica el dicho «entre más viejo, mejor». Si ves uno de 1998 a $89, no caigas en la trampa: será el vinagre más caro de tu vida.
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