Nuestra perenne clase media categoriza nuestros trabajos en dos: los mecánicos y los ingeniosos. El burócrata tiende a ser mecánico; el freelancer, ingenioso.
Dentro de estas dos categorías, la apoteosis del trabajo mecánico está encarnada en el ingeniero que trabaja en un parque industrial. Normalmente el ingeniero vive en un suburbio, tiene un auto relativamente nuevo y se dedica a optimizar procesos productivos.
En el otro extremo está el trabajo ingenioso. Normalmente lo viste y calza un hipster genérico. Vive en una zona céntrica, se va caminando a su trabajo y demuestra todas sus habilidades «profesionales» en tuiter. Claro, la comida del tuitero casi siempre está patrocinada por grandes marcas (industriales) que invierten en, digamos, publicidad y diseño web.
Por supuesto, esta es una parodia de nuestros trabajos clasemedieros («pobre no más, desarrollado aún no», dice un libro). Siendo serios y no monos, tendríamos que decir que los ingenieros suelen ser, claro, ingeniosos y que los trabajos creativos son casi siempre un tanto mecánicos.
En todo caso, cada mañana el tráfico laboral en las ciudades del Bajío se divide en dos: ingenieros que salen de la ciudad a concentrarse en parques industriales y hipsters que se quedan en el centro de la ciudad, en la zona más concentrada, a tratar de distraerse. Este es, pues, un versus que enfrenta a los atentos contra los despistados.
Trabajo emblemático: Director de operaciones en Safran, Bombardier o GE. |
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Trabajo emblemático: Director creativo en una «boutique» de publicidad. |
Transporte: el forzoso (y fanfarrón) auto. |
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Transporte: la bici plegable de bambú. |
Paisaje: matorrales, autopistas y humos sospechosos. |
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Paisaje: plazas, monumentos y personajes sospechosos. |
Vecinos laborales: Pemex, bodegas industriales y traileros. |
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Vecinos laborales: oficinas de gobierno, cantinas y franeleros. |
Uniforme: imperioso: casco, lente, calzado protector y pluma Bic en la bolsa delantera de la camisa. |
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Uniforme: inexistente, aunque por querer ser diferentes todos terminan viéndose iguales. |
Garnacha mañanera: los Twinkies o los Runners de la cleptómana maquinita expendedora. |
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Garnacha mañanera: el taco sudado de la doña de la esquina o el guajolote del mercado. |
Ruido urbano representativo: los vuelos BJX-MEX («se te fue el avión, mano»). |
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Ruido urbano representativo: campanadas eclesiásticas («inspiración divina, we»). |
Compañeros de trabajo: los mismos que los de la universidad: robots predecibles. |
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Compañeros de trabajo: poetas malogrados, artistas plásticos de clóset y stand-up comedians. |
Comedera: estilo internado: en el comedor de la empresa.. |
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Comedera: estilo albergue: en la fonda de Doña Pelos. |
Contra el mal del puerco: supervisar la máquina industrial punzocortante; estar en babia resulta fatal. |
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Contra el mal del puerco: un café irlandés, pero sin café. Luego, una «siesta creativa». |
Destellos: post apocalípticos. |
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Destellos: de una ciudad ¿cosmopolita?. |
Junta con el cliente: en la sala de juntas, aunque no hay clientes, sólo jefes y visitantes corporativos. |
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Junta con el cliente: pensar en donas en un café que está al lado de una fuente danzarina. |
Normas: ISO 9001 y procesos Ishikawa, Misuno y Hattori Hanzo. |
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Normas: ser «creativo», es decir, decir cosas «cagadas». Mams. |
Fantasía: llegar a la NASA y relanzar el programa Apolo. |
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Fantasía: reunir las frases publicitarias y publicarlas en forma de poemario. |
After office: alitas de pollo y cerveza extranjera (Budweiser) en un bar de franquicia. |
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After office: gin-tónic adulterado en una cantina tremebunda pero, uy, «muy alternativa». |