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Los trending & lousy topics del 2013; lo que se viene para el siguiente año y lo que debería desaparecer por el bien de todos

Las tendencias son todo eso que está en las portadas de Vogue y los blogs de moda y estilo; eso que, la mayoría, no terminamos de entender y calificamos de modernidades absurdas o completos desatinos. Además, ¿qué más da si me gustan los jeans anchos y holgados? ¿Qué importa si en el iPod sólo tengo a Yuri o a Bon Jovi? Al final las tendencias son sólo sugerencias, propuestas para inclinarte hacia algún lado y no morir de inmovilidad.

Para algunos, las tendencias abruman. ¿Qué debo de ponerme? ¿Cuál es el mejor lugar para salir en la ciudad? ¿Debo comprarme un iPod maxi? Tantas cosas nuevas nos confunden. Por eso los abuelos se quiebran la cabeza intentando escribir en una pantalla táctil, la tía incómoda se ridiculiza empeñándose a escuchar a Justin Bieber y las amigas que usan Converse se rompen las rodillas experimentando con tacones.

Podríamos decir que las cosas serían mejor si se quedarán estáticas por un año, pero eso sería someterse a la monotonía y al aburrimiento. Somos el choque entre la rutina y la novedad; nos mantenemos reinventándonos. Hace no mucho ridiculizamos la inutilidad del iPad y ahora defendemos su eficacia. Reprochamos la novedad pero, eventualmente, ésta nos alcanza y nos define. Lo que antes era tendencia, ahora es costumbre urbana.

Así pues, a continuación presentamos las vanguardias y las retaguardias del próximo año, es decir, los trending y los lousy topics del 2013.
 

Los trending topics

Tecnología. Con tanto smartphone y tableta, todavía faltan algunos años más para presenciar otra invención realmente significativa como el iPod. Lo que viene –o lo que está pasando ya– es la transformación de nuestra comunicación. El correo electrónico y hablar por teléfono son desplazados por otros medios –dudosamente– más eficaces: Whatsapp, el chat de Facebook, Facetime y Skype. Por fin, Siri aprendió a hablar español y estamos listísimos para volver a «escribir» dictando.

Moda. Desde Milán nos llegarán, según nuestra corresponsal, cuatro estilos: el creed (espiritual y espacial), el eden (folclórico, colorido y tropical), el rational (fractales y naturaleza simétrica) y el real (la nostalgia de los 70s). Es decir, ya nos vimos vestidos con patrones geométricos en rosa mexicano, playeras con filtro de Instagram y muchos estampados.

Bebidas. El mezcal llega a la cúspide de lo ultramexicano y comienza a decaer. El pulque, por su parte, se perfila como la bebida de los hipsters. Comienza a tomarse, obviamente, en Brooklyn (y en Pachuca). Por otro lado, veremos más barras especializadas en cervezas artesanales y locales.

Gastronomía. La comida global se vuelve regional, tacos de suadero en Asia y tallarines en Guanajuato. Además, comeremos porciones más pequeñas en los restaurantes, veremos más productos sin gluten y tendremos más platillos con quinoa, arroz negro y palomitas.

Urbanidad. Recorrer menos distancias, tener una mayor calidad de vida. El auto y los desarrollos residenciales dejarán de multiplicarse mientras que los departamentos en las colonias céntricas aumentarán su demanda; nos iremos en bicicleta al trabajo y caminaremos al bar. Utópicamente, el gobierno invertirá en planeación urbana y transporte público.

Deporte. Los corredores se dan cuenta que se están quedando sin rodillas y dejarán de correr maratones como obsesionados. De ahí en fuera, nos espera un descanso de la Eurocopa, las Olimpiadas y el deporte en general. Eso sí, se viene mucho tratamiento de masajes por el uso de la computadora y los celulares.

Política. Después de las elecciones en México, Francia y EEUU, nuestras conversaciones carecerán de temas políticos. Se viene un año menos politizado y con más curiosidad hacia el nuevo gobierno, es decir, ver qué cosas hace Quique.

Música. Nos quedamos sin opciones fáciles para bajar miles de canciones gratis. En vez de comprar música, compramos acceso a música. Deezer y Spotify tendrán más auge y nosotros, por un precio mensual, tendremos toda la música a nuestra disposición. En cuestión de música y diversión, prepárense para las «fiestas silenciosas» (afters con audífonos para todos).

Cine y televisión. La televisión y el cine son desplazados por la pésima calidad de sus contenidos. El internet satisface la demanda de series y películas que nunca llegan a la cartelera local. Viene más Cuevana y menos Cinemark, un mejor catálogo de Netflix en México y la compra de pantallas que no televisan nada.

Espiritualidad. A México nos llegó tarde el New Wave; veremos a más conocidos metidos en el budismo y en los retiros espirituales en comunidades indígenas. Menos culpa católica y más placer pagano.

Literatura. Las editoriales unirán fuerzas para mantenerse en el mundo digital. Por un lado, tendremos libros con una edición más cuidada; y por otro, con el iPad mini seguramente aumentarán las ventas de libros electrónicos.

Twitter. Esperamos ver el primer habemus papam anunciado al ritmo del tuit, tuit. También, con tanto tuitero, tendremos personas más informadas pero con un lenguaje limitado.

Sexo. El tema gay ha sido por fin asumido. Lo que está ahora de moda –María Magdalena nos libre– es la asexualidad. La creciente población asexual promoverá una libido más elegante y, si no menos sugestiva, sí menos obvia.
 


 

Los lousy topics

Los chavorucos. Ya tuvimos suficiente con los productos milagro y los tratamientos antiarrugas. Celebremos nuestra madurez y dejemos de copiar a los adolescentes, una persona de 30 años nunca se verá bien bailando como Nicki Minaj.

La televisión por cable. ¿Para qué pagar por algo que carece de contenido? La vemos si está prendida, pero hasta ahí. Es mejor gastar en una conexión rápida de Internet que en 200 canales de programación continua que nunca veremos.

Los memes. Si hay contaminación visual en la calle, también existe contaminación de estupideces en las redes sociales. Esperemos que para el 2013 se esfumen los memes de las redes sociales o, por lo menos, se enriquezcan de contenidos.

Las amistades virtuales. Rescatar las amistades de la primaria y contactar a todo ser humano que conoces en las fiestas podrá sonar muy bien, pero en la práctica nos hemos dado cuenta que el amigo de preparatoria postea sandez a granel y el ligue de una noche sufre de opinionitis en tuiter. Hay una gran diferencia entre una amistad y un contacto.

Pedir botella en el bar. Antes símbolo de éxito social, ahora ridiculez de quincena. Hay que aprender a disfrutar el trago, descubrir mezclas y explorar del encanto de una barra. Menos meseros y más cantineros.

El automóvil. Nuestra urbanidad está a punto de estallar. Lo vemos en las horas pico y en los accidentes peatonales. Seguir comprando autos –y tratar de embutirlos todos en una calle– terminará por arruinar nuestra calidad de vida.

Los suburbios. A falta de espacio, nos hemos dedicado a construir suburbios en los suburbios. Hacer una hora de tu casa a la ciudad, por un camino sin luz y con curvas, ya no suena muy encantador. Lo que importa es reducir distancias –y barreras– entre nosotros.

Los maratones. Basta de tanto correr, ¿de qué se corre? Más de 10km o más de una hora de ejercicio cardiovascular al día es ridículo, a menos, claro, que uno sea deportista de alto rendimiento.
 


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